El Tantra y las Emociones

El Tantra y las Emociones

Desde que nos despertamos, en cada acción, en cada decisión del día, en cada uno de nuestros pensamientos se presentan las emociones. Avivamos recuerdos y nos conectamos con ellos, los positivos y los negativos. Las emociones nos enfrentan a nuestra cultura, a sentimientos religiosos y sociales, a nuestras creencias, a todo aquello que guardamos en el subconsciente.

Una emoción es un mecanismo natural que se activa cuando salimos de nuestra zona de confort. Ese desequilibrio, ya sea hacia lo positivo o negativo (tanto real como imaginario), genera un proceso bioquímico en nuestro cerebro que se traduce en diferentes tipos de sentimientos, tanto buenos como malos.

Esos procesos bioquímicos (hormonas y neurotransmisores disparados) que suceden en nuestro cerebro definitivamente afectan nuestro estado de salud. Por eso las emociones pueden tanto enfermarnos como sanarnos, física y mentalmente.  Clásico ejemplo de esto es el ciclo “susto, miedo, adrenalina, cortisol, taquicardia, te paralizas” o en otro orden de ideas “masaje, relajación, serotonina, disminución de ansiedad y paz” esto son solo dos ejemplos de cómo las emociones (positivas y negativas) influyen en nuestro organismo.

Esa es una de las razones por la que actualmente han cobrado tanta importancia las terapias, simposios, charlas, talleres, cursos y hasta gimnasios para tratar las emociones. Debemos estar conscientes de que no es asunto de reprimirlas, sino de aprender a manejarlas y/o transformarlas, hay que entenderlas y aceptarlas para así sentirlas y vivir con ellas de forma armoniosa y equilibrada.

Uno de los aspectos del Tantra es que nos ayuda a balancear la mente, el cuerpo y el corazón, en una danza de energías masculina y femenina, una forma de aceptar y regular las emociones. La calma, el sosiego, la meditación, la respiración, la comunicación, el yoga, el caminar, la aceptación corporal, la espiritualidad, la armonía, la templanza, el entendimiento de nuestro ser como de cuerpo, mente y espíritu y la sensibilidad que nos ofrece el Tantra son herramientas básicas para el manejo de las emociones.

El hombre, por su naturaleza y crianza, por tener mayormente energía masculina es poco emocional, siente que conectarse con las emociones lo debilita, le hace vulnerable, siente que pierde poder y la seguridad que tanto se le exige. Por el contrario, la mujer vive en un mundo emocional, ríe, llora, grita, parlotea, salta, se relaciona, crea, intuye, es más depresiva y a la vez es capaz de proyectar más amor; por el contrario el hombre se encierra, habla poco, reprime los excesos de tristeza y alegría, le cuesta admitir amor. El camino del Tantra, sin sacarnos de nuestra esencia, nos ayuda a que lo femenino no se desborde con las emociones y las disfrute sin dejarse llevar por ellas, por su parte, el masculino aprende a conectarse con las emociones, a entender su componente femenino que le permite disfrutar para bien de esa bioquímica que le transforma.

Hombres y mujeres debemos entender que, queramos o no, las emociones siempre estarán presentes y por eso debemos aprender a manejarlas conscientemente; sin rechazarlas pero sin dejar que nos superen, sin engancharse a ellas. La unión y entendimiento de nuestras energías femenina y masculina son indispensables para eso.

En el Tantra entendemos que no debemos dejar que las emociones positivas nos cieguen por la euforia y el ego y que las negativas nos depriman y limiten, en su lugar dejar que ambas no saquen de nuestra zona de confort para poder aprender qué nos  muestran y desarrollarnos en consciencia. Por tanto, sigamos el camino de la aceptación.

Rubén Urbaneja y Mariela Núñez